Cuando el Atlético Madrid eliminó al Bayern Munich, al finalizar ese juego, la sensación de proeza flotaba en el aire. En un partido épico, con goles y penales atajados, el poderoso alemán no pudo con el segundo de Madrid. Lo heróico del colchonero fue perder 1-2 y gracias al gol de visitante alcanzar la final de la Champions League.
La superioridad del equipo de Josep Guardiola fue patente en el trámite pero no así en el marcador. Como lo demuestran los siguientes números:
Posesión del balón: (Bayern 67% – 33% Atlético)
Renates: (Bayern 33 – 7 Atlético)
- Al arco: (Bayern 12 – 4 Atlético)
- Paradas del arquero: (Bayern 3 – 10 Atlético)
Tiros de esquina: (Bayern 12 – 2 Atlético)
Pases completados: (Bayern 567 – 137 Atlético)
Finalizado el partido, más allá de hinchar por uno u otro equipo, nadie quedó indiferente. Ahora revisemos la estadística del partido entre River Plate e Independiente del Valle, donde el equipo ecuatoriano avanzó a cuartos de final de la Copa Libertadores pese a caer 1-0 en el estadio Monumental:
Posesión del balón: (River 68% – 32% Independiente)
Renates: (River 34 – 3 Independiente)
- Al arco: (River 15 – 1 Independiente)
- Paradas del arquero: (River 1 – 14 Independiente)
Tiros de esquina: (River 10 – 3 Independiente)
Pases completados: (River 486 – 138 Independiente)
Y otras vez la sensasción de hazaña, con el débil superando la llave ante la adversidad. El campeón defensor cayó con sus armas, admirables y lícitas, pero también por su ineficacia. Bayern Munich y River pecaron por ineficaces. ¿Es la eficacia un valor en el fútbol? Indudablemente debería serlo. Rematar más de treinta veces y no conseguir los goles necesarios delata tanto el ataque sostenido como la falta de resolución.
Sin embargo prefiero, ante estos partidos, detenerme en la sensación de épica, de historia viva y latente; nadie quedará indiferente y los argumentos serán variados. ¿Será que el fútbol, el emocionante fútbol condensado en 90 minutos, se desarrolla cuando las fuerzas son desbalanceadas? Por decirlo de otra manera, cuando un equipo somete al otro pero este, reconocida su inferioridad, se planta con sus armas y no rehusa el cambate.
Es lo que pienso luego de dos históricos partidos que me dejaron sabor a fútbol. Dulce sabor a fútbol.
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