Ramon Diaz agradece a los barras del tablon



Las palabras del entrenador de River Plate se entienden mejor leyendo la columna de Gustavo Grabia. Destaco especialmente el último párrafo, donde se comprende en su real dimensión lo que significan estas palabras de Ramón Díaz:



Ramón se volvió Borracho. Y no es que estuviera pasado de copas sino que ayer explicitó la relación que lo une desde siempre a quienes se creen los dueños de la Sívori. “Les agradezco principalmente a Los Borrachos del Tablón que motivaron a todo el mundo”, dijo en el campo de juego sin dejar lugar a segundas interpretaciones. Y aunque a la salida del vestuario intentó suavizar sus dichos (“Tengo el derecho a agradecerle a toda la gente de River”), sus palabras ya habían surtido efecto. Y no fueron espontáneas ni en caliente: Ramón dijo lo que dijo porque sabe que su continuidad está en duda y quiere el apoyo de los violentos, y también porque sabe que se está jugando una interna fuerte entre la barra y la dirigencia y él parece haber tomado partido.


La historia que terminó con la frase escandalosa comenzó en diciembre, con la asunción de D’Onofrio. Como publicó Olé en exclusiva el 24/12/13, la relación del DT con Los Borrachos del Tablón venía aceitada. Escuchas telefónicas de la causa por la reventa de entradas en River mostraban la cercanía entre Emiliano Díaz con Martín Araujo, jefe de la facción oficial. “Mi viejo los quiere ver así ya arreglamos todo”, le decía el hijo y ayudante del entrenador al barra. Dos días después se producía la cita y el capo daba detalles a otro violento del arreglo al que habían arribado. Pero el 2014 trajo malas noticias para ambos bandos. Ramón fue cuestionado por la dirigencia, que ante el primer traspié serio lo querría afuera. Y la facción oficial quedó acorralada: la Justicia la marcó de cerca y la nueva CD pretende caras frescas para airear la popular.

En ese marco, en la barra se produjo un cisma: la dirigencia apuntaló al Pato Ariel, barra de la zona de Paternal y que tiene ascendencia sobre un grupo de Moreno y de Capital, para que se hiciera cargo del paravaalancha. River estuvo a nada de sufrir un quinchos dos, pero la embestida no surtió efecto y Araujo, junto a sus laderos Guillermo Caverna Godoy y Matías Goñi, conservó el poder. En ese ambiente pasaron dos cosas. Primero, la derrota con All Boys que puso a circular los rumores de que Díaz tenía, una vez más, los días contados.

Aquel acuerdo anudado hace tiempo con la barra surtió efecto y hubo presión sobre la CD para que al DT no se lo esmerilara más. Pero la jugada no les salió gratis a Los Borrachos: al domingo siguiente, en la previa del 2-0 a Lanús, los dos capos de la barra más el Tachero Luzzi fueron encontrados con armas y 280 carnets en el estacionamiento del Monumental. Alguien los vendió. Y era alguien de adentro. A partir de ahí, Araujo quedaba impedido de entrar al estadio. Y la barra perdía más de la mitad de los beneficios ante el argumento de “no podemos darles más después de lo que pasó”.

Lo que siguió fue un acuerdo aún más grosero para demostrarle a la CD quién mandaba en el club. Se venía el Súper y con el escándalo de la semana anterior fresco, la barra quiso ingresar en la última práctica a poner un par de banderas. La seguridad le negó el acceso pero desde el campo de juego se les allanó el camino y, por tres horas, los mismos trapos que flamearon anoche en la Sívori vistieron esa mañana el estadio. El triunfo en La Boca apagó el incendio. Pero en la CD anotaron otro plato en la cuenta. La derrota en Córdoba le hizo vivir otra semana complicada al DT. Casi tanto como la de la barra, que vio cómo llegaba -el martes- al club una lista del ministerio de Seguridad con los nombres de los violentos de la facción oficial. Era cuestión de que el club la rubricara para que se les ejerciera el derecho de admisión y perdieran el control de la popular. La barra amenazó y por ahora logró su objetivo: y puso en conocimiento de la situación al cuerpo técnico. Que, se insiste, prefiere al grupo que pone su bandera y no a otro que aliado a la CD.

Entonces, tras el desahogo por este 2-0, Ramón se volvió más Borracho que nunca e hizo la jugada que lo deja al borde del precipicio: otra vez ninguneó al hincha común, como en aquel gesto de “yo no me fui a la B”, ahora poniendo por encima a los barras metió en un apriete a la CD, que no parece tener margen para no sancionarlo. Pero Díaz confía en su suerte y en que la barra hará presión por él pase lo que pase. Y también que en este fútbol exitista, un título borrará lo de anoche y el hincha común lo aclamará. Quizá no esté tan errado y cuando todo termine, los únicos que sigan repudiando su accionar sean los familiares de las víctimas del fútbol argentino, a los que el Pelado nunca les dedicó ni una palabra.

Lee la nota original en Ole.

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